jueves, 10 de marzo de 2011

Sobre la relación de fuerzas como argumento para el pacto social

  Un artíuclo de un militante de CCOO de toda la vida y firmante del manifiesto, Manuel Garí
Las palabras las carga el diablo

Podríamos añadir, sobre todo cuando esas palabras se han escrito recientemente y hay constancia documental de las mismas.

El Acuerdo Social y Económico (ASE) firmado el pasado 2 de febrero por la dirección de nuestro sindicato, la Confederación Sindical de Comisiones Obreras, ha significado en el terreno del sistema público de pensiones el triunfo de los criterios y objetivos de los misteriosos “mercados” (léase el capital financiero y las patronales, o sea la burguesía), del agonizante gobierno de Zapatero (que en meses pasó de cacarear bravatillas frente a los mercados a convertir la voluntad de estos en ley) y de los autores del “Manifiesto de los 100” agrupados en la Fundación Española de Economía Aplicada (FEDEA), recientemente calificados desde nuestro sindicato como los “palmeros” del gobierno en lo tocante a la reforma de las reglas de negociación colectiva.

Mercados, patronos, social liberales en el gobierno y palmeros neoliberales han logrado nada menos que retrasar el cobro del 100% de la pensión a los 67 años, siempre y cuando se hayan cotizado 37 años, o bien a los 65 habiendo cotizado ¡38 años y medio!

Por eso las palabras clave que configuran el aburrido y vacío rosario de las argumentaciones que justifican el acuerdo resultan tan dañinas para la credibilidad de quien las pronuncia.

Qué dicen (hoy), qué decíamos (ayer)

Se ha argumentado desde la dirección del sindicato en la campaña de asambleas explicativas posteriores a la firma del acuerdo que el gobierno tenía en reservada una rebaja de derechos aún mayor: jubilación obligatoria a los 67 años con 41 de cotización. De todos es sabido, y nuestro sindicato es experto en la negociación, que las posturas iniciales de quien quiere modificar una situación a su favor se extreman para lograr, tras un toma y daca, sus objetivos. No es de recibo repetir una y otra vez que en la mesa de negociación se ha logrado “una reconducción sustancial” de los planes gubernamentales. El gobierno títere de los mercados ha sabido jugar sus cartas. El sindicalismo de clase no. El gobierno y sus amos ganaron la partida. Nos han derrotado.

Sonrojo produce repasar lo que recientemente todos decíamos y escribíamos. Los economistas palmeros de Capa y la ministra Salgado ya señalaban el pasado verano como objetivo ineludible plantear con “flexibilidad” pero urgentemente el objetivo de la edad de jubilación a los 67 años. Ante ello, conviene repasar lo que decíamos desde CCOO por ejemplo en los últimos tiempos, por ejemplo, en la Gaceta Sindical (periódico digital). En el número 37 de enero de 2011 se afirmaba: “Prolongar a los 67 años [la edad de jubilación] es una medida injusta e innecesaria…”

Ante los argumentos de los “palmeros” neoliberales sobre la inviabilidad del sistema público de pensiones en el marco de la crisis del estado de bienestar, desde CCOO se hicieron importantes estudios y contribuciones que demostraban la tesis contraria y proponían medidas totalmente diferentes. Es recomendable volver a leer la edición en papel de la Gaceta Sindical. Reflexión y debate, para desmontar los alarmismos. No es de recibo el argumento repetido estos días que asocia el ASE a “garantía” o seguridad de la “viabilidad y solvencia” del sistema público de pensiones. Solo estaba en crisis en la cabeza de quienes le atacan. Tenemos un sistema y una seguridad social en número muy positivos como reflejan las cuentas públicas. En el número 35 del periódico digital de diciembre de 2010, la alternativa sindical para asegurar el sistema a futuro se centraba no en el aumento de la edad de jubilación, no en el recorte de pensiones, sino en el fortalecimiento de los ingresos, en la separación de fuentes para que la financiación pública asuma por ejemplo los complementos a mínimos que hoy financia el sistema de pensiones. Basta repasar la alternativa de CCOO anterior a la firma del pacto para ver que sus propuestas superaban y eran más eficaces para asegurar el sistema que el débil refuerzo del vector contributivo en el sistema que, se dice sin entrar en detalles, asegura el ASE.

Pero podemos quedar boquiabiertos al escuchar y leer que con el ASE se aseguran los derechos de los trabajadores y que la edad de jubilación de referencia para la mitad de los trabajadores será los 65 años y no los 67. Lo menos que se podría decir es que solo se habla de la conservación de un derecho para el 50% de trabajadores. Ese dato no ha sido demostrado por un informe riguroso y muy probablemente sea indemostrable y falso. Pero imaginemos que sea cierto. También sería cierto lo que afirmamos en la Gaceta Sindical (periódico digital) núm. 36 de enero de 2011 “La propuesta del gobierno de alargar hasta los 67 años la edad de jubilación supondrá una reducción de las pensiones entre un 20 y un 25%”.

El ASE nos penaliza

Pero, además, hay que recalcar que el ASE no asegura los derechos de toda la clase trabajadora porque agrede los derechos de la otra mitad de trabajadores, los no incluidos entre los que supuestamente se jubilarán a los 65. El ASE penaliza a quienes han tenido peores trabajos y mayor precariedad, y a la juventud que tiene ante sí un muro que le impide entrar en el mundo laboral y que difícilmente verá realmente mejorada su situación por el reconocimiento del tiempo de prácticas. También a las mujeres –ciudadanas de segunda del mercado laboral- por mucho que se les reconozca un tiempo por el cuidado de los hijos (¡atención a este punto que irá decayendo en los entresijos reglamentarios!). Y, como siempre, a la parte de la clase obrera española que no nació en tierras del Estado español: nuestros nuevos y nuevas compañeros, quienes migraron de sus tierras en busca de trabajo.

En el argumentario de las asambleas informativas se insiste una y otra vez en que la prioridad de nuestro sindicato, cosa en la que estamos de acuerdo, es la creación de empleo y acabar con la lacra del paro. ¡Vaya forma rara de dar prioridad al empleo, aumentando la edad media de jubilación! ¿Dónde quedan aquellos argumentos del sindicalismo socio político que defendían la creación de puestos de trabajo, entre otras cosas mediante la reducción de la jornada laboral y de la edad de jubilación?
La correlación de fuerzas y la firma del ASE

En este punto del razonamiento, conviene atender a otros argumentos que se han repetido.

  • Se ha dicho: no había capacidad y fuerza de parar la propuesta del gobierno. No desde luego si, en vez de recurrir a la movilización -que es la que cambia las correlaciones de fuerza a favor nuestro- como se venía anunciando en caso de aumento de la edad de jubilación, se renunció a la misma.

  • Se ha dicho, no había condiciones para una nueva Huelga General. Imaginemos que sea verdad. Recordemos nuestra propia experiencia: las huelgas se paren, no aparecen por generación espontánea. Imaginemos que no era el momento de una Huelga General ¿acaso no existen otras formas de movilización y actividad?

  • Se ha dicho que CCOO estaba sola ante las presiones del gobierno. No más que otra veces y, por otro lado, ¿se escuchó la voz de la mayoría de la clase trabajadora que –como han mostrado las encuestas- se oponía al contenido del ASE?

  • Se ha dicho que no firmar habría sido peor. ¿Peor para quien? Para el gobierno, la patronal y los mercados no habría sido una buena noticia. Con la firma se les dio la legitimidad y el oxígeno político que no tenían. Para el sindicato lo que ganó en credibilidad “institucional”, lo perdió en credibilidad social. Y, hay que ser realistas, en concreto se ha dificultado la entrada de la juventud trabajadora actual en el sindicato. Es difícil que la juventud de 2011 vea en CCOO lo que, quienes hoy configuran la estructura (muy envejecida) del sindicato, encontraron cuando tenían 20 o 30 años.

Ganar no es el mismo que perder y derrota no significa victoria. O sea, las palabras significan cosas.

Un argumento global se abre paso en las entusiastas explicaciones de la bondad del acuerdo, que ya no se centran en la necesidad o la debilidad: se califica el ASE de paso adelante para el movimiento obrero en la consecución de sus derechos. Se presenta un retroceso como si de un avance se tratara. Se le llama victoria a lo que ha sido una derrota.

Ello es sumamente grave porque deforma la imagen de la realidad y nos obliga movernos en un mundo imaginario en el que las palabras no significan lo que realmente significan. Y ello es muy peligroso porque esa falsedad deforma la conciencia de la clase trabajadora, introduce en los trabajadores y trabajadoras la cultura política de los “palmeros”, el gobierno, la patronal y los “mercados” con el riesgo de embotar nuestro sentido de lucha.

En esta ocasión no firmar un pésimo acuerdo habría sido más que un acto de dignidad, habría supuesto una señal, un primer paso para recomponer fuerzas, un primer movimiento preparatorio de las próximas luchas. Para recuperar los derechos perdidos. Y habría tenido una renta inmediata: prestigiar a los sindicatos ante la mayoría social.

No está dicha la última palabra. Con más dificultades, pero el movimiento obrero pondrá en cuestión la bondad del retroceso. Se recompondrá la resistencia y quienes hoy por edad y precariedad ven amenazados sus derechos, lograrán poner las cosas en su sitio. Empecemos hoy.

Manolo Garí

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